martes, 19 de abril de 2011

ACOSO ESCOLAR: SENTENCIAS DISTINTAS PARA UN MISMO DRAMA

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 19 de abril de 2011



Esta pasada semana ha saltado a los medios informativos la noticia de que el Juzgado de Instrucción número 44 de Madrid ha condenado a un colegio de Alcorcón a pagar 40.000 euros a los padres de un ex alumno de Educación Primaria que fue acosado por algunos compañeros de forma continuada. De esta manera, se ha estimado íntegramente la demanda de la familia al constatarse el acoso sufrido por el menor, el daño inherente al mismo y la actitud omisiva del centro educativo que, al parecer, no se puso en contacto con los progenitores de los chavales que cometieron tan reprobables actos. La parte demandada ya ha anunciado la interposición del correspondiente recurso de apelación.

Multitud de inocentes víctimas de estas prácticas aberrantes afrontan cada lunes su cruel destino con una mezcla de miedo, llanto y soledad. Cuando cruzan el umbral del colegio, un selecto grupo de matones inaugura su demoledor “via crucis” transformando lo que debería ser un lugar para el aprendizaje y la convivencia en una prisión de máxima seguridad en la que no pocos niños maldicen su infancia mientras cumplen cadena perpetua. Cualquier excusa es válida a la hora de escoger la diana de turno. Ser gordo o flaco, feo o guapo, listo o tonto, se torna en motivo suficiente para resultar agraciado en tan siniestra lotería. La única característica común e ineludible que se les exige a los ganadores del sorteo es la incapacidad de defenderse y el terror ante la perspectiva de ser acusados de chivatos si osan relatar los escarnios que les infligen los gallitos del corral. La  sarta de abusos es tan heterogénea como los colores de la paleta de un pintor, desde clavar lapiceros a rasgar ropa, desde pedir dinero a exigir juguetes, desde la patada al escupitajo. Todo vale para saciar momentáneamente la sed del verdugo. Según el perito de esta concreta causa judicial, el daño más grave que aún hoy padece el afectado es un cuadro de estrés postraumático que le hace candidato a arrastrar inseguridades en la edad adulta y a padecer un permanente complejo de inferioridad.

Abundando en el mismo tema, la muerte de Jokin Ceberio el 21 de septiembre de 2004 obró sobre la conciencia colectiva el efecto de un aldabonazo seco en mitad del corazón, convirtiéndose en el modo más perverso de comenzar el otoño. “¿Dónde miraban los profesores mientras Jokin sufría delante de sus ojos? ¿Qué hace el Estado con nuestros hijos en sus escuelas cuando se los confiamos? ¿Qué clase de mundo estamos construyendo que hace de niños de catorce años torturadores sistemáticos y sin escrúpulos?”, escribía en una carta al director de un periódico un familiar del joven guipuzcoano días después de su suicidio. Por desgracia, siete años después, idénticos dramas se reproducen a diario en numerosos centros educativos españoles pero, incomprensiblemente, las consecuencias jurídicas derivadas del “caso Jokin” no han seguido los mismos derroteros que las del chiquillo de Alcorcón, dándonos la razón a quienes criticamos el, en ocasiones, peculiar funcionamiento del tercer poder. Supimos por boca de quienes le amaron que el prematuramente fallecido fue objeto de denigración moral y de exclusión. Los insultos y vejaciones que sufrió alcanzaron lo más profundo de su ser y debieron de producir tal efecto devastador en su subjetividad de adolescente que prefirió lanzarse por la muralla de Fuenterrabía antes que retornar al infierno escolar.

Lástima que con él sus Señorías no hayan estado a la altura de las circunstancias y, tras la última resolución del pasado ocho de febrero , el carpetazo final haya adoptado únicamente la forma de absurdas multas a los implicados, exonerando de cualquier responsabilidad a su instituto. Es de todo punto imprescindible que los responsables del cuidado de nuestros pequeños no pequen de pasividad e inacción y extremen la vigilancia para que hechos tan deleznables como éstos no vuelvan a producirse jamás.


2 comentarios:

  1. El problema que se trata en este caso, como muchos otros, tiene un sentido muy profundo y sería de interés comprender el trasfondo de una actitud que se repite y se seguirá repitiendo en el actuar de los jóvenes, por rechazable que parezca. Implicaría la necesidad de aceptar que las doctrinas aplicadas a la búsqueda de una solución para el bulling no sirven, en tanto adolecen de un rechazo por descartado a la disciplina y el orden, palabras que pese a construir sociedades y reducir conflictos, suenan excesivamente chocantes en nuestro fuero interno. Es evidente que la razón del problema es múltiple, en él convergen tanto la identidad de los individuos como su ambientación, y si se quiere, predisposición personal a tomar uno u otro rol; estas causas son evidentemente incuantificables, y por ende, una solución devenida de la resolución de los problemas personales de cada individuo se hace inalcanzable por falta de medios, por tanto, si la causa del problema es tan inafrontable, solo podemos buscar aquella que influya de mayor manera en la actitud del común. Ante este aspecto podemos entrar a valorar la actuación del medio que se posiciona como regulador para las diversas situaciones que puedan darse en las aulas, es decir, el centro y los profesores; pero en su actuación deberíamos valorar además, los medios de que disponen y de las capacidades de las que se valen para afrontar esta cuestión, es aquí donde conocemos como la sociedad civil flaquea al ver que no se proporcionan herramientas eficaces para contrarrestar los efectos de las conductas propias de algunos sujetos. Si bien es verdad que en el presente se desarrollan programas para proteger a las “victimas”, estos solo fomentan la conversión en tragedia de lo que es una situación típica en la naturaleza de este mundo, que por un lado se suele rechazar y por el otro se añora con fuerza. La cuestión se centra pués en lo que es lógico para un sujeto que carece de organigrama o esquema piramidal social que le permita situarse en una escala.
    Si un ser percibe en su entorno la posibilidad de tornarse cima en una escala de autoridad tenderá a ello y es lo que acontece en las salas de clase, pasillos y demás zonas de socialización de los institutos.
    La sociedad y las leyes que nos rigen, de alguna manera se muestran inexistentes en el mundo que se vive cuando se es menor de edad; es el despotismo de estos jóvenes lo que convierte a los más “débiles” en presas para afirmar su dominio, y es aquí, donde la cuestión se resuelve mediante lo que la sociedad conoce como AUTORIDAD pero que las corrientes modernas rechazan apelando a la democracia. Me temo, y esto es una opinión personal, que entre niños y adolescentes la democracia no es aplicable por falta de discernimiento, así como no es posible ser sujeto de obligaciones, tampoco es posible exigir que sin comprender el porqué, se adapten a un sistema “bellísimo” en el que todo ser viviente es tu “amigo”. Dotar de medios y conformar un organigrama jerárquico es lo que dota de orden a todo sistema humano, y los alumnos entre sí deben actuar como iguales, por orden de un superior que será el profesor. Es preciso pués, dotar de autoridad a los profesores como medio para interactuar con los alumnos, y el rechazo a la autoridad nos lleva al punto de que estos infames salvajes tomen el control y conviertan en mártires a sus compañeros, y de no ser así, los medios de comunicación se encargaran de ello. Creo que en este caso será de gran importancia comprender que si una familia es incapaz de socializar a sus hijos, el estado si tendrá que tomar medidas para corregir esta decadencia creciente, mal que pese más intervención estatal que en este caso si es necesaria. Pero ello, ¿Por todos es conocido?

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  2. Alejandro:

    Muchas gracias por sus interesantes y profundas reflexiones al hilo de mi artículo. Nada me satisface más que conocer las opiniones de mis lectores. Me resultan de gran utilidad a la hora de elegir los temas sobre los que escribo. Da gusto comprobar que somos muchos los que no nos conformamos con situaciones y actitudes que deben cambiarse con urgencia. Un saludo muy cordial.

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