lunes, 9 de mayo de 2011

INTERNET: UN MODO CONTEMPORÁNEO DE ESCLAVITUD

Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 9 de mayo de 2011




Las problemáticas más graves y recurrentes del mundo en el que nos ha tocado vivir adoptan las formas más diversas para manifestarse. Son especialmente preocupantes aquellas que, aun pudiendo padecerse a cualquier edad, inciden específicamente sobre el ámbito juvenil, por lo general más expuesto a peores consecuencias. Alcoholismo, drogadicción, embarazos no deseados o trastornos alimentarios son algunos ejemplos de factores externos que exigen del adulto un especial celo en la formación de unos hijos en período de crecimiento. Esa ineludible supervisión ha de llevarse a cabo sobre los medios de comunicación tradicionales y, muy particularmente, sobre el, a día de hoy, más influyente y adictivo de todos ellos: Internet.


Según estudios recientes sobre la materia, ha aumentado en los últimos años la adicción patológica a la red en los adolescentes españoles, con una clara superioridad respecto de otros trastornos mentales o conflictos propios de esta etapa vital. Ya se está comprobando científicamente que el uso desmedido de esta alternativa de comunicación puede provocar graves problemas u ocultar los existentes, puesto que en el mundo virtual el joven puede refugiarse e, incluso,  crearse una identidad falsa para cubrir sus carencias de la vida real. En su cotidianeidad, los muchachos que presentan falta de integración social, baja autoestima o escaso control de los impulsos empiezan a recurrir con frecuencia a la creación de personalidades artificiales a través de un proceso tan silencioso como devastador. Las redes sociales Facebook o Tuenti, entre otras, se han convertido en una nueva droga para muchos, hasta el extremo de que hay quienes no pueden estar más de quince minutos sin mirar su perfil por si alguien les ha enviado un mensaje. Se trata de personas que sufren dependencia y síndrome de abstinencia de unas actividades normales y aceptadas socialmente, pero que, cuando sobrepasan unas fronteras no siempre fáciles de determinar, se convierten en enfermizas. En principio, dedicar una hora diaria al ordenador no constituye una conducta de riesgo pero la gravedad surge no tanto por una cuestión cronológica como por la sustitución o, lo que es peor, el abandono de otras actividades beneficiosas para el desarrollo de la persona. No es infrecuente dejar de lado las prácticas deportivas, las salidas con los amigos o las reuniones familiares para instalarse delante del ordenador hora tras hora.


La Organización Mundial de la Salud enmarca este tipo de trastorno dentro de las denominadas “adicciones sin sustancia”, que afectan al 25% de la población y, de forma prevalente, a la juventud. No sólo los psiquiatras sino incluso los médicos de Atención Primaria están alertando del auge de algunos enganches sumamente perjudiciales como el juego patológico, las compras compulsivas o la práctica sexual desmedida. A nadie se le escapa que la adolescencia es un periodo de turbulencia desde el punto de vista emocional, físico y sexual en el que pueden debutar hábitos perjudiciales que se consoliden a lo largo de la edad adulta. En este sentido, los especialistas aconsejan a los padres que se interesen por sus hijos de forma manifiesta y que centren su atención sobre dos parámetros que pueden resultarles indicativos de un rumbo equivocado. El primero es la disminución repentina del rendimiento académico. El segundo, un patente cambio de rutinas sin explicación lógica.


No se trata de obviar las innumerables ventajas de Internet, que las tiene y muchas sino, simplemente, de abogar por un uso razonable de las mismas. Sería deseable que los adultos de quienes dependen estos esclavos contemporáneos estuvieran al tanto de los contenidos en los que bucean porque, disponiendo de información fehaciente, podrán realizar un diagnóstico correcto del problema para, con o sin ayuda profesional, resolverlo. Constatar que las cadenas y los grilletes de antaño presentan hoy el aspecto de PCs, Blackberrys o Ipads resulta ciertamente desolador.

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