lunes, 6 de junio de 2011

CATÁLOGO DE ESPECIES A EXTINGUIR: III. LAS FEMINISTAS EXCLUYENTES


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 6 de junio de 2011


La tan tristemente traída y llevada Real Academia Española de la Lengua define el término Feminismo en su primera acepción como “doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres”, mientras que existe una segunda definición que alude al “movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres”. Poco que objetar, pues, a tan nobles ideales dignos de todo elogio.

No obstante, y a título personal, nunca me he sentido especialmente identificada con una corriente cuyos errores de planteamiento han obrado en su contra, soslayando algunas innegables virtudes que, siquiera desde una perspectiva histórica, se le deben atribuir. Conste que, por mi condición femenina, defiendo plenamente el principio de igualdad de género pero, desgraciadamente, los posicionamientos que, desde la radicalidad y la incoherencia, defiende esta corriente social provocan en mí más rechazo que adhesión.

El lenguaje utilizado para difundir su credo me resulta repetitivo, falso y desesperanzador, ya que se nutre inevitablemente de sentimientos como la venganza y el revanchismo, a todas luces incompatibles con una adecuada reconstrucción social en pro de ese género de cuya bandera se apropian exclusiva y excluyentemente. Y repito - porque no hay más ciego que el que no quiere ver ni más sordo que el que no quiere oír- que no estoy en contra del movimiento reivindicador en sí sino de las ultrafeministas que, empecinadas en rememorar sus eternas cuentas pendientes con el macho, formulan sobre esa base, no sólo una forma de existencia, sino toda una teoría con olor y sabor antiguos.

Seguir respirando por la herida no me parece la mejor de las soluciones para encarar un futuro que siempre compartiremos con la mitad masculina de la sociedad. Resulta paradójico comprobar que el feminismo a ultranza nada tiene que envidiar a un machismo que cualquier ser humano racional, sea varón o hembra, repudia desde las entrañas. Lo mismo podría afirmarse del fanatismo político, sea de izquierdas o de derechas, porque el hecho cierto de que los extremos se tocan admite poca discusión. Siempre he defendido el valor de la palabra para construir discursos coherentes y equilibrados, alejados lo más posible del sectarismo.

Por ello, me decepciona profundamente asistir en estos últimos meses al penoso espectáculo que ofrecen algunas de mis congéneres cuando, amparadas en una ideología otrora respetable y necesaria, pretenden dinamitar los pilares de la lengua española con infundados argumentos sobre su eventual sexismo. Al parecer, les resulta harto difícil de asimilar que, por citar tan sólo un ejemplo, nuestra gramática común establezca el uso de los sustantivos en masculino plural cuando se refiere a los dos géneros, convirtiéndolos en palabras neutras no discriminatorias y mucho menos misóginas. Ni las reglas gramaticales tienen sexo ni los conceptos que integran nuestros diccionarios poseen capacidad de obrar. Más bien somos los individuos quienes les damos su significado y quienes les atribuimos nuestros odios, antipatías, manías y fobias.

Pero aún hay más. La estrategia femenina más reciente para alcanzar esa justa igualdad se centra en imitar las peores actitudes de su adversario, desde la utilización de un lenguaje cada vez más soez a la reproducción de conductas de fin de semana ligadas al exceso de alcohol y tabaco o a la formación de grupos que, con el propósito de acosar a otras compañeras de clase, se gestan en los patios de los colegios. Para colmo, determinadas (no todas) medidas políticas y legislativas relativas a la discriminación positiva, la violencia de género o la igualdad de trato, han incurrido, y esta vez desde el otro bando, en los mismos errores inadmisibles que pretendían subsanar.

En resumen, que también somos muchas las mujeres que, sin gritos ni pancartas, llevamos décadas luchando personal y profesionalmente por este objetivo y que creemos que a este feminismo anacrónico le ha llegado la hora de hacer examen de conciencia, adaptarse al devenir histórico y alejarse de unos procederes tan intolerantes o más que los de su perpetuo enemigo.


5 comentarios:

  1. Lo primero un gran saludo, lo segundo, decirle que como siempre, la cualidad que la legitima para abordar este tema no es la de ser fémina, sino el agradable y rico desarrollo de sus argumentos. Cierto es lo que ha expuesto, pero cierto es también que comprenderlo resulta difícil si la persona rechaza la simplicidad de lo que es común a la razón ¿Como ejercitar esa reflexión necesaria cuando dentro del movimiento tienen tanta fuerza los eslóganes rancios? Lo que precisan las mujeres de hoy no difiere tanto de lo que necesitan los hombres, sin embargo, se ha creado una necesidad en la mujer de ser favorecida por su género, y es precisamente resultado de un uso político del fenómeno feminista. Me temo que cuando se mezclan los problemas reales con la propaganda, se genera lo que podemos llamar "absurdos lógicos". Es decir, el movimiento precisa una reforma en cuanto a base y coherencia, tanto del núcleo duro como de los medios de difusión de la idea, pero está bloqueada por esa imposibilidad extrema de muchos sujetos para apartar dicha propaganda y comprender la realidad que hay que afrontar y como hacerlo sin caer en esos "absurdos lógicos". Pensando en personajes como Cristina Alberdi con su argumento fuerte y bien concebido, creo que el feminismo se encuentra desfasado, pero ello es una patología que ataca a todas las doctrinas modernistas. EL problema nunca será el movimiento sino la pobreza de su argumento y el espíritu banal de sus manifestaciones. Como último, quiero tener en cuenta los muchos actos que contra la libertad religiosa se llevan a cabo a través de este "absurdo feminismo lógico, moderno y desfasado". El verdadero feminismo no se jacta de cambiar un diccionario, se conforma con cambiar la historia.

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  2. Alejandro:

    Muchas gracias por su comentario. Al leerlo, reconforta comprobar que no faltan personas capaces de opinar sobre temas polémicos con educación y desde la cordura. Un saludo muy cordial.

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  3. Yo antes queria la igualdad, pensaba que las personas podrian cambiar. Me crie en un matriarcado feminista plagado de tipas con complejos de inferioridad que solo tenian pelotas para pagarlo con la persona mas debil en ese momento, su hermano menor de ocho años; o sea yo. Durante años trate de comprenderas incluso llego un momento en que me odie por ser hombre, pensando que en mi naturaleza estaba el mal que azota el mundo o algo por el estilo. Ahora, con veintipico años de edad, viendo como estan las cosas y habiendo pasado por todo lo que he pasado tanto dentro como fuera de mi casa; dire que ya no quiero la igualdad. No la querria ni aunque esta fuera posible hoy mismo. La igualdad no me compensa todo lo que he pasado. Decir hasta aqui llegamos vamos a llevarnos todos bien?y a mi quien me compensa lo pasado?demasiado tarde ya. Si weno, ya se que me diran que esa no es forma de vivir, que hay que superarlo, etc. A toda esa gente que me contestaria de esa manera decirles que esto no se supera (se supera algo que ha pasado no algo que ves todos los dias) con esto se convive o, mas bien, se soporta y; ademas, quisiera veros a vosotros tragando todo lo que yo he tragado a ver si tendrias esa actitud. Por otro lado decir que feminismo no lucha por la igualdad, como va a luchar por la igualdad una doctrina cuyo mismo nombre indica preferencia a una de las partes?es como decir que el lobby judio lucha por la igualdad entre las razas (a lo mejor lo hacen despues de limpiar los carros blindados luego de una incursion mañanera en Gaza). No colegas, esa ideologia lucha por los intereses de sus miembros, no nos engañemos con chorradas politicamente correctas. A Myriam, decirte que me parece bien tu iniciativa pero estoy ya demasiado cansado de todo esto como para tratarlo de la manera objetiva que la tratas tu aqui (lo llevo haciendo toda mi vida y no ha servido para nada) para mi es demasiado tarde para esto. Nos veremos en el campo de batalla, salud y buena suerte.

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  4. Estimado lector: Le agradezco enormemente su comentario a mi artículo y lamento muchísimo la mala experiencia que le ha tocado vivir. Afortunadamente, es usted muy joven y está a tiempo de seguir adelante con su vida sin mirar atrás. Yo también le deseo la mejor de las suertes para el futuro. Un saludo muy cordial.

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  5. Weno no soy tan joven, tengo ya casi treinta; por otro lado no es cuestion de mirar atras pq lo que he vivido en mi casa lo veo a diario; tengo que aguantar durante las practicas de empresa los comentarios misandricos de mis compañeras (que son casi toda la plantilla)supongo que por eso se sienten muy seguras y envalentonadas. Tengo que aguantarlo cada vez que enciendo la tele, tengo que aguantarlo en la universidad con las y tb los profes progres de turno, tengo que aguantarlo hasta en entrevistas de trabajo donde incluso me sueltan sin venir a cuento que las mujeres son mejores trabajadoras, tengo que aguantar como una amargada a la que creia amiga me amenazara con denuncias falsas de maltrato y no se que mas, y no sigo pq la lista es interminable y por lo que veo las cosas en este sentido van cada vez a peor, por contra tengo una depre de caballo, pseudo adiccion al alcohol, tengo que drogarme para poder dormir muchas veces y con la crisis que tenemos, mi curriculum y lo que me cuelga entre las piernas no lo tengo lo que se dice nada facil para poder independizarme. Aguantarias tu todo eso? aguantaria alguien todo eso? no se si leiste lo que puse cuando dije que se superan las cosas que quedan atras, lo que sigue y esta siempre a tu alrededor, con eso se convive; convivirias tu con eso? claro que lamentarme no me servira de nada, tengo que sobreponerme por mi, pero si puedo hacer que las feministas se arrastren por el fango... jejeje esto no lo empece yo, y definitivamente adios, que te vaya bonito.

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