sábado, 11 de febrero de 2012

LA JUSTICIA DEBE SER IGUAL PARA TODOS




Que el Tercer Poder en España no atraviesa por su mejor momento es una evidencia incontestable. Lo más triste, sin embargo, no es constatar esa realidad sino estar obligado a reconocer las sobradas razones por las que ha llegado a semejante situación.

Como profesional del Derecho, me aferro en mi día a día a la utopía de la separación de poderes, a la fe en la imparcialidad judicial y al respeto escrupuloso a las resoluciones de sus Señorías pero los hechos que se van sucediendo en los últimos tiempos no me ayudan en absoluto. Cada vez me resulta más difícil defender actitudes y compartir declaraciones de algunos colegas que, en mi opinión, están haciendo un flaco favor a la imagen de nuestra Justicia. Por ello, mi desasosiego es creciente.
Aunque este tema daría para una monografía, hoy me limitaré a manifestar mi absoluto rechazo a las palabras pronunciadas ayer por Gabriela Bravo, portavoz del Consejo General del Poder Judicial. En referencia a la decisión del juez instructor del caso Palma Arena, José Castro Aragón, de no grabar en soporte de vídeo digital la inminente declaración del yerno del Rey,  Iñaki Urdangarín, afirmó que "no todos los imputados son iguales ni están sometidos a la misma presión mediática, por lo que no se puede estigmatizar su imagen". Tal cual.
No obstante, otros vocales del máximo órgano de gobierno de los jueces, entre ellos la magistrada Margarita Robles, se han apresurado a precisar que todos los imputados son iguales ante la ley y no pueden ser tratados con privilegios o diferencias por su estatus político o económico y que, probablemente, los términos empleados por la señora Bravo han sido interpretados erróneamente. ¡Qué casualidad!
Nada más lejos de mi intención que recurrir a la demagogia pero, si se adultera un principio tan básico del Estado de Derecho como la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, este país estará a la deriva y no habrá jurista capaz de sacar la cara por su profesión ante semejante atropello.

Por cierto, para llegar a esta conclusión sobran las malditas interpretaciones. Más claro, el agua.


2 comentarios:

  1. Estimada Myriam, con la venia, ya que no soy jurista ni mucho menos: Respetar las reglas del juego es imprescindible para poder jugar, o sea, para convivir; y si un jugador hace trampas, algún árbitro debe penalizarlo para restablecer el equilibrio (aquí me echó humo la cabeza). Pero lo que está pasando ahora, cada vez con más descaro, es que los árbitros se han ido acostumbrando más y más a la arbitrariedad -no será por un tonto equívoco fonético- sin que nadie les pare los pies. ¿Quién vigilará a mis vigilantes?¿el Comité de árbitros, CGPJ?
    El movimiento se demuestra andando, y hasta ahora los correctivos de este órgano sobre los jueces han sido más bien del tipo: “venga, venga, tira pa´casa ahora mismo, Tirado (por ej.), antes que nuestros súbditos, nos corran a gorrazos. ¿Te parece bien mil euritos por soltar Santiago del Valle, al asesino de Mari Luz?¿o será mucho? Hombre, hombre, podemos forzar la cosa y arreglarlo con 300€ y nos invitas una cena?” O sea, correctivos mínimos para garantizar la supervivencia ¿del gremio o de la sociedad? Claro, que Tirado no es Garzón. Las filias y fobias, es decir, arbitrariedad en estado puro, es lo que parece que reina en el único poder absoluto, en última instancia. Y como todo poder absoluto, su bondad o no depende del azaroso criterio de las personas que lo ocupan. Puede tener épocas buenas, grises, o negras. Al parecer estamos en esta última.
    En cuanto a Urdangarín, no es cualquier carterista del metro; es un transportador cualificado de fajos de 500, que es la prolongación del balonmano por otros medios? Y duque, por los cinco o seis costados ¿Qué pasaría si se graba su declaración y se le escapa algo acerca de que su señora Infanta sabía de sus hobbies en ratos libres? Mejor por escrito, que tiene menos riesgo, que las liñas de la ropa de You Tube son muy jodidas. Aquí se encuentran dos poderes sagrados: el Judicial y la Monarquía, y ya se sabe que entre los dioses las cosas se arreglan de otra manera, sin perder el objetivo clave de salvar la imagen divina, cualquier que sea la penitencia final. Esta podría ser la interpretación ‘rigurosa’ del criterio de Gabriela Bravo. Bravo por ella.
    Bueno, me despido por ahora, que para no ser jurista ya hablé demasiado. La(mi) ignorancia es bonita porque me da rienda para opinar sin mayores frenos. Bastante que me alegro de echar otra parrafada por aquí.
    Un abrazo

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  2. Buenas tardes Nómada:

    Bastante que me alegro yo también de volver a escribirte. Me hubiera gustado adjuntarte el enlace de un programa de radio en el que intervine ayer comentando la sentencia del juez Garzón pero todavía no me lo han enviado.

    ¡Qué puedo decir! Me reafirmo en lo ya expresado. Es difícil sacarle la cara a nuestro Tercer Poder pero yo, al menos, sigo en la lucha. En todo caso, no es difícil compartir la desilusión de la ciudadanía cuando se aborda un concepto tan trascendental como el de la Justicia con mayúsculas. Pintan bastos.

    Gracias de nuevo y, por favor, sigue escribiendo tú también.

    Otro abrazo.

    MYRIAM

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