jueves, 2 de febrero de 2012

NO A LA PENA DE MUERTE, SÍ A LA PRISIÓN PERMANENTE REVISABLE


Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 2 de febrero de 2012


  

El pasado 24 de enero se cumplieron tres años de la desaparición y posterior asesinato de la joven sevillana Marta del Castillo. Doce meses después, su padre mantuvo una reunión con el entonces Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el transcurso de la cual le pidió la implantación de la cadena perpetua y el cumplimiento íntegro de las penas impuestas para delitos sexuales y agresiones contra menores. Este caso concreto se ha venido a sumar a una lista de recientes y horrendos crímenes con nombre y apellidos, como los de Sandra Palo y Mari Luz Cortés, que han generado gran alarma social, colocando al Tercer Poder en el punto de mira de la indignación ciudadana.

Por su fuerte repercusión mediática, estas cuestiones son tema frecuente de tertulias en los entornos familiar y laboral y la diversidad de opiniones es manifiesta. Uno de los debates más recurrentes es el que tiene por objeto la conveniencia de la aplicación bien de la pena de muerte, bien de la cadena perpetua. Algunas personas se declaran firmes defensoras de la primera opción y argumentan los beneficios de su implantación en el hecho de que sirve para disuadir a los asesinos en potencia que, sabedores del futuro que les espera, se lo pensarán dos veces antes de cometer una fechoría. Consideran asimismo que no es de recibo dedicar un porcentaje de sus impuestos a mantener a semejantes sujetos en unas prisiones, por otra parte, cada vez más modernas y confortables. Sin embargo otros, entre quienes me incluyo, estamos absolutamente en contra de esta medida. Mi principal razonamiento estriba en que ningún sistema penitenciario posee atribuciones para decidir de manera justa e infalible quién debe vivir y quién debe morir. Los derechos humanos, encabezados por el derecho a la vida, son inalienables y nadie debe privarlos ni ser privado de ellos, pues su esencia consiste en proteger a todos y cada uno de los ciudadanos, buenos o malos. De más está explicar que esta postura no es en absoluto incompatible con la ineludible exigencia de hacer justicia con las víctimas y, a la par, castigar con dureza a los criminales.

Abundando en esta idea, el recién nombrado Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, acaba de presentar las diversas medidas que pretende tomar para ésta y también para otras asignaturas pendientes que conciernen a su Ministerio. Así, abogará por la pena de prisión permanente revisable, modalidad que no supone –como afirman algunos- una contradicción en sus términos. Aunque pueda traducirse en la permanencia del reo en una cárcel de por vida, no tiene por qué ser necesariamente así, habida cuenta que su régimen jurídico contempla la posibilidad, cumplidas determinadas condiciones, de la obtención de beneficios penitenciarios tales como permisos, régimen de tercer grado, libertad condicional y hasta plena. De hecho, el propio Tribunal Constitucional, a tenor del art.15 de la Carta Magna, no considera que se trate de una pena inhumana o degradante y su implantación - siempre y cuando se aplique con la garantía de los denominados juicios de revisión- no contradice ni la letra ni el espíritu de la norma suprema, que en su artículo 25 refiere con claridad que las penas privativas de libertad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción y no podrán consistir en trabajos forzados. Además, dicha pena tampoco sería desproporcionada en atención a los delitos a los que iría aparejada, es decir, los atentados terroristas más graves, los asesinatos múltiples o las agresiones sexuales reincidentes, responsabilidad de individuos que no muestran un arrepentimiento verdadero.

Ya es hora de cambiar de escenario. Las gentes de bien están convencidas, con toda la razón, de que la justicia no es igual para todos y de que España es un paraíso para los malhechores. Necesitan urgentemente recuperar la fe en aquéllos que deben velar por su seguridad, llámense gobernantes, legisladores o jueces.

1 comentario:

  1. Este asunto se las trae, así que te felicito por tu valentía en mostrar abiertamente tu parecer sobre lo políticamente incorrecto. Antes de nada decir que para mí Gallardón es un tipo al que hay que mirar con cuidado, pues lo mismo toma una medida larga, para encogerle el vuelto, como otra corta que te deja con el culo al aire. Ha jugado a progre de derechas para distanciarse de los suyos al tiempo que confundir a los contrarios, en su beneficio, claro. Y ahora, como ministro, ha propuesto unas ‘criaturas’(leyes) de su cosecha: unas blancas, otras negras, y el resto mulatas.
    Dentro de las ‘mulatas’ (que se prestan a polémica) tenemos lo de la cadena perpetua revisable. A bote pronto, en abstracto, parece un retroceso en los derechos humanos; por eso, el personal con marcaje de izquierdas reacciona(mos) de forma automática o rutinaria al grito de: ¡esto es la caverna!, y tal. Pero si nos retáramos a llevar este criterio presuntamente progresista a sus últimas consecuencias, la pregunta de cajón sería: ¿Qué harías tú con un tipo, condenado a cinco o diez años de talego por violación en serie, si al cumplir ese plazo no hay psicólogo que dé un duro por él, en cuanto a probabilidad de rehabilitación para la vida normal? Respuestas del Manual de progresista: 1) Hay que tener fe en el ser humano.2) La sociedad injusta lo ha hecho así. 3) Es un riesgo que hay que correr; la seguridad absoluta es para gente autoritaria y facha. 4) Prolongar la prisión empeorará al individuo.

    El progresista de manual tiene mucha cabeza, sin duda, pero con tanta inteligencia emocional como un ornitorrinco. Compasión viene de com-partir, pasión o sentimientos, con otros. Si le decimos a los padres de Marta del Castillo, y tantos casos más, que la sociedad bla bla bla, y que, por 'decreto', todo dios se rehabilita y reinserta en la sociedad, ++blablá, te verá como un ornitorrinco; eso sí, un ornitorrinco muy sabio y moderno. Es más, una de las reincidencias más cantadas son las del maltrato (¡o asesinato..definitivo¡) de género. Entonces resulta patético observar las contradicciones de a la progresía, según estén: a) Detrás de la barrera. B) En la plaza. En el caso a): la prolongación de la pena, revisable, sería de una inhumanidad medieval… En el caso b): ¡¡Que se pudra en la cárcel ese h.p.!!

    O uno es consecuente con su criterio progresista, esté en la plaza o en la barrera, con todas las consecuencias, o mejor desprenderse de etiquetas prefabricadas. Y eso no quita de discrepar de otras múltiples ‘gallardonadas’.
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    Saludx2, y te felicito por tu atrevimiento, con sorpresa por mi parte (..redoble de tambores..), de adentrarte en el berenjenal de blogs de la ‘Cañada Real’, ¡dónde te has metido…!, de sordos o de tuertos; a todos nos falta un alguito, pero entre todos estamos al completo, que dicen en las medianías. Ah, y en cuanto a la falta de ajuste del reloj de tu blog me refería a que lo que pega uno a las X horas de la tarde aparece como enviado de madrugada, y luego viene la policía mediática y tal y tal…tú sabes…

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