viernes, 20 de enero de 2017

POBREZA ENERGÉTICA Y POBREZA ÉTICA



Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 20 de enero de 2017

Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 21 de enero de 2017





El pasado mes de noviembre una mujer de 81 años murió tras un incendio en su domicilio de la localidad catalana de Reus. Por lo visto, una vela que había encendido para iluminarse prendió el colchón de la habitación en la que dormía. En el momento del suceso la víctima estaba sola en casa, aunque compartía techo con una nieta. A ambas les habían cortado la luz desde septiembre por falta de pago y, pese a que les correspondía una ayuda social en concepto de electricidad, no habían llegado a tramitarla. Los encargados de la investigación se decantaron por la teoría del infortunado accidente, desconociéndose hasta el momento si la anciana se durmió sin apagar la llama o si, tal vez de regreso de una visita al lavabo en mitad de la noche, se cayó, con tan mala suerte de provocar el percance. 

Esta misma semana, mientras tomaba un café a primera hora, presencié la entrevista que un reportero estaba realizando a otra señora mayor, titular de una pensión no contributiva, que, mientras se envolvía en una gruesa manta de lana, relataba al joven periodista las penurias de su realidad diaria, en este caso agravadas por la ola de frío que están padeciendo en tierras peninsulares. Sus exiguos ingresos de apenas seiscientos euros no le alcanzan para hacer frente al suministro eléctrico, de modo que, cuando pulsa los interruptores, no se produce respuesta alguna. No tiene luz. Tampoco calefacción, lo que le ha ocasionado un principio de pulmonía que está siendo supervisada por su médico de cabecera. 

Sentada en un sillón junto a una mesa camilla, rodeada de fotos familiares colgadas de las paredes, con el cabello blanco y unas ansias extraordinarias de vomitar su desdicha, respondió con firmeza a las preguntas de su interlocutor. Y, tras despedirla desde el estudio (no sin antes brindarle un apoyo tan sincero como estéril), los responsables del programa televisivo en cuestión dieron paso a la cobertura de la cumbre de Presidentes Autonómicos donde, espectacular banquete mediante, se preveía abordar, entre otros asuntos, el de la sangrante pobreza energética, descrita teóricamente como “aquella situación en la que los ingresos son nulos o escasos para pagar la energía suficiente para la satisfacción de las necesidades domésticas”. Otra de sus acepciones alude a “cuando se destinan por obligación una parte excesiva de los ingresos a pagar la factura energética de la vivienda”. 

Obviamente, no se trata de un fenómeno exclusivo de nuestro país, como tampoco lo son sus consecuencias respecto a la exclusión social y el deterioro de las condiciones de vida de millones (repito, millones) de personas. En toda Europa se ha instaurado asimismo la tragedia cada vez más creciente y menos silenciosa de no poder encender ni un solo aparato eléctrico por miedo a lo que después refleje la factura, suponiendo que todavía las compañías del sector no hayan procedido a cortarle al usuario el suministro por falta de pago. De poco o nada está sirviendo el llamamiento del Comité Económico y Social Europeo para “proteger a los ciudadanos frente a la pobreza energética e impedir su exclusión social”, así como para “tomar medidas para garantizar a cualquier persona en Europa un acceso fiable a la energía a precios razonables, porque la energía es un bien común esencial, debido a su papel indispensable en todas las actividades cotidianas, que permite a cada ciudadano tener una vida digna, mientras que carecer de él provoca dramas”. 

Cuando estas líneas vean la luz (nunca mejor dicho), el Viejo Continente estará sufriendo la peor ola de frío siberiano en décadas. Miles de hombres, mujeres y niños se expondrán a soportar temperaturas inhumanas. Algunos se quedarán por el camino. Otros, abandonados en los campos de refugiados. Otros muchos, olvidados en nuestras propias ciudades. Y todos, víctimas inocentes de una pobreza ética de insoportables dimensiones que nos denigra como especie.


2 comentarios:

  1. Pues ya lo siento , pero hay cosas a tener en cuenta.
    Esta señora en Cataluña, tenía familia. Y yo me pregunto ¿ Por qué la familia no tomó cartas en el asunto? En la constitución española existe descrito la obligatoriedad de la familia de ocupoarse de sus mayores. Y yo me pregunto ¿ Por qué tengo yo mayor responsabilidad que ellos con su propia madre? ¿ por que yo he hecho sacrificios por el bien de mis mayores y tengo que sentirme culpable con el vacío que existe en determinadas familias ante sus responsabilidades?
    Por un lado, tenemos el abandono familiar al que se somete a numerosas personas mayores ( no se como no se les cae la cara de vergüenza) donde ademas los medios se hacen eco sde esas situaciones como si fuera culpa de "esta sociedad malvada"" ...... ¿ Y la familia? Ah¡
    Por otro lado, tenemos a numerosas personas mayores que se obcecan en vivir en sus casas solos cuando ya no son capaces de ocuparse de ellos mismos, ni aceptan ir a ningún sitio. Evidentemente, en la mayoria de los casos sus ingresos no le permiten tampoco ser atendidas por terceras personas intentando cubrir los momentos en que sus hijos no pueden hacerlo.
    Hay numerosos hijos desesperados ante la dura oposición de su/ progenitor/ es en abandonar su hogar. ( Es tema tambien me tiene preocupada,ya que hay muchos amigos abatidos por este problema)

    El 2º ejemplo es de una persona con una pensión no contributiva, de 600€.... que no puede pagar la luz. Hombre ... yo no digo que sea un sueldazo, pero hombre..... yo creo que alguien debe ver que pasa en esa cuenta porque no poder salir adelante 1 persona sola con 600€... creo que algo no va bien. No se, pero rodeada de fotos de su familia ( que intuyo son hijos y nietos) ... si fuera mi madre, no se de que forma, pero esas cuentas no me cuadran.
    Ademas, existe el gas para poder calentarse. El gas ciudad y las estufas de butano. Reconozco que les tengo poca confianza y tienen también sus peligro pero si su cabecita funciona bien, antes de pasar frío yo me apunto a un sistema mas económico que tirar de electricidad para la calefacción.
    Es verdad, que la pobreza existe pero creo que hay que ver y diferenciar las necesidades reales y aquellas personas que se aprovechan de un sistema.
    Para mi también es un gran dolor pensar en todas esas personas que mal viven por distintos problemas tanto en nuestro país como fuera.
    Centrando me en el tema electrico, hay que saber en que se va gran parte de lo que pagamos..... Una parte se nos va en mantener abiertas una minas de carbón en este pais, que son totalmente deficitarias ya que ese carbon no lo quieren ni las centrales electricas ya que es de muy baja calidad pero hay que mantener esos puestos de trabajo, sea como sea.... pues eso a pagar mas.
    También hay que comprar electricidad fuera de nuestro pais ... pues eso, lo pagaremos.
    Otro tema que me pone mala es ver como en Europa cada vez utilizan mas energias renobabk¡les pero sobre todo la solar. Este pais debería de estar plagado de placas solares.. si plagado.
    Ademas, si hay un gran porcentaje de electricidad que no se paga....( enganches, pobreza eléctrica...) ¿quien lo tiene que pagar? nosotros..... esas facturas de las que se hace cargo el Estado son pagadas con nuestros impuestos , si no ¿con qué?.
    Creo que debemos vivir en una sociedad en la que se distribuya la riqueza ,lo creo firmemente, pero ello no debe ser utilizado por gente sin escrúpulos ni con los que no atienden sus obligaciones y responsabilidades y lo que me indigna es que quieran hacerme sentir culpable... pues no. YO NO SOY CULPABLE, NI RESPONSABLE DE LOS DEMAS.

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  2. Estimada lectora:

    Le agradezco muy sinceramente su comentario a mi artículo y le manifiesto que coincido con usted en varios de sus planteamientos.

    Por ejemplo, el abandono de las personas mayores por parte de sus familias y allegados también me llena de tristeza y es un tema que he abordado en otras ocasiones.

    Tampoco se me escapa que existen individuos que se aprovechan del sistema en su exclusivo beneficio, lo cual me indigna al menos tanto como a usted.

    En todo caso, le garantizo que no pretendo en ningún caso es hacer sentir culpable a nadie ni cargarle de una responsabilidad que no le corresponde. Nada más lejos de mi intención.

    Aspiro a dar visibilidad a un problema que me genera una mezcla de dolor e indignación muy profundos y sobre el que no me gustaría que pasáramos de puntillas, si quiera por un mínimo de humanidad.

    De nuevo, gracias por su aportación.

    Un cordial saludo.


    MYRIAM

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