lunes, 9 de enero de 2012

DIVORCIARSE EN LA TERCERA EDAD: UNA NUEVA VIDA ES POSIBLE

Artículo publicado en La Revista de la Feria del Divorcio el 9 de enero de 2012



Estamos acostumbrados a oír que el amor no entiende de edades y creo firmemente que tal afirmación es muy cierta. Pero, por la misma regla de tres, tampoco el desamor es un sentimiento exclusivo de la juventud y, por lo tanto, las personas maduras no está libres de padecerlo. En estos últimos años se ha puesto de manifiesto un fenómeno imparable, que no es otro que el aumento de procesos de divorcio en parejas de más de sesenta años. Los números ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística así lo avalan, indicando que aproximadamente un 37% de las separaciones matrimoniales en España se producen en el seno de matrimonios con más de veinte años de vida en común.

Por regla general, los motivos que les animan a tomar una decisión tan trascendental no difieren de los habituales, es decir, la monotonía, la falta de proyectos en común y las continuas discusiones. A ellos se añade de forma preeminente la jubilación, que suele incidir muy negativamente en el desarrollo de la relación, habida cuenta que coincide con el momento en el que los hijos se independizan y que aboca a los padres a una convivencia doméstica mucho más intensa y, en consecuencia, insatisfactoria. Hasta entonces, los problemas conyugales permanecían ocultos entre actividades laborales y rutinas caseras pero el cese de la actividad profesional abren ahora la veda de los roces y las tensiones entre dos seres que estaban acostumbrados a compartir únicamente, y en el mejor de los casos, las comidas y las cenas.

Así que, con independencia de que no exista ruptura fácil, cada vez es más frecuente que se planteen la posibilidad de no seguir desperdiciando meses y años y de emprender en solitario una nueva andadura. Siempre surgen dudas acerca de cómo afrontar la soledad, o asumir la incomprensión ajena, o abordar un cambio de residencia o, incluso, modificar los recursos económicos. Pero, si la decisión es firme, estos condicionantes no deben suponer un freno para su puesta en marcha. Todo el mundo merece, como mínimo, una segunda oportunidad y resignarse a mantener un matrimonio fallido por la simple razón de  haber cumplido los sesenta no es una opción, máxime cuando aún queda tanto por vivir.

1 comentario:

  1. Tengo 50 años. Mi marido se quiere divorciar, no tenemos hijos. Llevamos diez años casados. El trabaja, yo no. Me pertenece una pensión si se divorcia?
    Gracias.

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