8 de diciembre. Festividad de la Inmaculada Concepción de María. Siempre
ha sido, es y será el día en el que empieza la cuenta atrás. Antes, con
nuestros padres. Ahora, con nuestros hijos. Idéntico ceremonial.
La caja de cartón, decorada con motivos navideños, abandona el armario
en el que ha permanecido once largos meses. Una a una, ordenadamente, colocamos
las hermosas figuritas de barro sobre la alfombra, a la espera de que, durante
treinta días muy especiales, ocupen ese lugar que les da su verdadero sentido.
En primer lugar, el portal. Sobre su tejado, el pequeño de la casa
extiende harina blanca ayudándose de una cucharilla de postre. Con cuidado. Que
la “nieve” cubra cada palmo.
A continuación, a izquierda y derecha, la Virgen y San José, dejando
entre ambos el espacio preciso para que ese Niño Jesús que está de camino pueda
encontrar acomodo. El musgo y la arena
harán el resto.
Detrás, la mula y el buey, una frente a otro, mirándose con recelo, expectantes.
Sobre un cielo imaginario de espejo, el ángel que anuncia la buena
nueva compartirá cada noche con una estrella de papel de plata que guía desde
Oriente a los Reyes Magos.
Cerrando el cortejo, a lomos de los camellos y en compañía de sus
pajes, Melchor, Gaspar y Baltasar han sido los últimos en salir de su escondite.
El día 8 de enero serán los primeros en retornar a él.
Navidad 2015. Bienvenida.
¡Feliz Navidad, Myr!
ResponderEliminarUn abrazo muy muy fuerte.
Mil gracias, querida Izaskun. Mis deseos de paz y felicidad navideñas cruzan un océano para alcanzarte.
ResponderEliminarBesos tropicales