martes, 29 de septiembre de 2015

EN EL DÍA DE TU SANTO





"La vida se asemeja a un viaje en tren, con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos y profundas tristezas en otros. 

Al nacer nos subimos en él, nos encontramos con nuestros padres y creemos que siempre viajarán a nuestro lado. Pero en alguna estación ellos se bajarán, dejándonos seguir el viaje y, de pronto, nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable. 

No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas se irán subiendo al tren de nuestra vida, como nuestros hermanos, amigos y, en algún momento, el amor de nuestra vida. 

Algunos tomarán el tren para realizar un simple paseo. Otros, durante su viaje, pasarán por momentos de oscuridad y tristeza. Y siempre encontraremos a quienes estén dispuestos a ayudar a los más necesitados. 

Muchos, al bajar, dejarán un vacío permanente. Otros pasarán tan desapercibidos que ni siquiera nos daremos cuenta de que desocuparon sus asientos. Es curioso comprobar cómo algunos pasajeros, incluso nuestros seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro y, durante todo el trayecto, están separados sin que exista ninguna comunicación. 

Pero, en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte. De lo contrario, puede que sea tarde y encontremos a otra persona en su lugar. 

Mientras tanto, el viaje continúa lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas. Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno de ellos lo mejor que tenga para ofrecer. 

En algún momento del trayecto podrán titubear y, probablemente, necesitaremos entenderlos. Pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda. 

El gran misterio para todos es que no sabremos jamás en qué estación nos tocará bajar ni tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado. A veces pienso en el momento en el que me tocará bajar de ese tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia? 

Separarme de los amigos que hice en el viaje será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que, al final, viviré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje. Y lo que me hará feliz será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en el tren hasta la última estación. 

Hagamos que nuestro viaje haya tenido significado, que haya valido la pena. Vivamos de manera que, cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío deje buenos recuerdos a quienes continúan montados en el tren de la vida."

Cómo te echo de menos, hijo mío...
Y cuánto te quiero...

No hay comentarios:

Publicar un comentario