En la
jornada postelectoral, y a la vista de los resultados obtenidos en los
distintos territorios por las diversas formaciones políticas, no puedo por
menos que recordar las declaraciones que hace apenas seis meses realizaba el admirado
y admirable filósofo y ensayista sevillano Emilio Lledó al recibir el Premio
Nacional de las Letras. Su entrega del reciente Premio Princesa de Asturias de
Comunicación y Humanidades constituye el último jalón de una dilatadísima
trayectoria de reconocimientos académicos y profesionales a su pensamiento y extensa
obra, que armoniza la filosofía, el valor estético y ético de la palabra, la
defensa de la libertad y la reivindicación de la vocación docente. Autor de libros tan esenciales como Memoria del logos
o Lenguaje e historia, acaba de publicar Palabra
y Humanidad.
No comprendía el pensador en aquella entrevista por qué se había torcido y retorcido el verdadero eje de la política. “Para mí sigue resultando válido lo que Aristóteles resaltaba como gran característica de quien se dedique a ella considerándola servicio público: una tarea para hombres decentes”. “Sin embargo, ahora está en gran parte en manos de lo contrario y, además, esa falta de virtud se exhibe con poder. Lo que debería ser la política se ha transformado en estupidez y chulería nauseabunda”. Dios mío, ¡cuánta razón!
Lledó
considera “un error garrafal” y “una desgracia” que las Humanidades hayan ido
perdiendo importancia en los planes españoles de enseñanza. "Parece como
si las Humanidades fueran ciencias inútiles, cuando es todo lo contrario: la
literatura, la filosofía, el arte y la historia enriquecen la mente". Reconoce que no es fácil hacer valer la
cultura antigua en el mundo actual, "pero seguimos leyendo a los clásicos,
y los que escribimos nos preguntamos qué quedará de nosotros dentro de treinta
o cuarenta años".
"Que podamos leer a los clásicos y que nos sigan
haciendo latir y sentir Homero, Platón, Aristóteles, Descartes o Miguel de
Cervantes es una maravilla", aseguraba este académico de la Lengua desde
1994."Poder dialogar con los clásicos y que nos arranquen del diálogo a
veces tan pobre que llevamos con nosotros mismos, y nos lleven hacia sus
problemas, me parece un don de los cielos". "Aristóteles decía que posponer
la cultura y la educación de la libertad a la pura cosa económica es de almas mezquinas".
Y, como quiera que la cultura no ocupa ahora el lugar que le corresponde, "nos
estamos volviendo un poco mezquinos".
"NO PROFUNDIZAR EN LAS HUMANIDADES ES UN EMPOBRECIMIENTO TERRIBLE PARA LA VIDA DE UN PAÍS DE CULTURA COMO ES ESPAÑA".
Asimismo,
Lledó considera la filosofía una de las carreras más útiles y con más salidas
del mundo. “Así lo creo. Ofrece herramientas y bagaje para pensar de manera
amena lo que uno acabe opinando. La filosofía, como el río de Heráclito, fluye
con cada momento y nos enseña a interpretar la sociedad en que vivimos. Yo la
recomiendo ahora a cualquier joven más que nunca”.
Me uno a
esa recomendación, así como a la afirmación de que las Humanidades enriquecen
la mente. Y, me atrevo a añadir, el corazón.
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