lunes, 6 de julio de 2015

VIVA SAN FERMÍN







Acaban de dar comienzo las fiestas patronales de Pamplona, mi amada ciudad, con el lanzamiento de su cohete anunciador desde el balcón central del Ayuntamiento. Mañana, 7 de julio, tendrá lugar el acto central de los Sanfermines, con la procesión del Santo por las calles del Casco Viejo. Y mi corazón palpitará inevitablemente a otro ritmo. Como todos los años. Como toda mi vida.

Quienes hemos nacido en la capital navarra pero, por diversas circunstancias, vivimos estas fechas alejados de la Perla del Norte, nos vemos invadidos sin remedio por la emoción y la nostalgia. En mi caso, emoción por ver la explosión de júbilo en blanco y rojo, por escuchar el ruido de la pólvora al prenderse la mecha del Chupinazo a las doce en punto del mediodía, por contemplar una Plaza del Castillo multicolor que danza al compás de la música y por admirar la presencia magnífica de los toros bravos que se convertirán durante nueve días en los otros protagonistas de los festejos.

Nostalgia, por recordar un pasado feliz de mañanas de chocolate con churros con mi madre, por la calle Estafeta después del encierro. De tardes en la Plaza en compañía de los amigos, disfrutando de meriendas interminables mientras los maestros del toreo desplegaban su arte sobre la arena. Y de noches junto a mi padre, a las orillas del Arga, para observar en silencio el traslado de los morlacos a los corrales de Santo Domingo, con la luna como único testigo.

Deseo con toda mi alma que, tanto paisanos como visitantes, sean capaces de atrapar el verdadero espíritu que ha hecho famosa a nuestra celebración por todos los rincones del orbe, muestra de universalidad y ejemplo de acogimiento. Confío en que la contaminación política, los excesos de todo tipo y las malas conductas no desluzcan unas jornadas diseñadas para aunar tradición y modernidad, fervor religioso y actos culturales, bullicio y  tranquilidad. Y rezo a San Fermín para que contribuya a este fin con su manto protector, el mismo que despliega a diario sobre los mozos que corren delante de los astados.

  

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