Artículo publicado en La Opinión de Tenerife el 24 de marzo de 2017
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 24 de marzo de 2017
Artículo publicado en La Provincia (Diario de Las Palmas) el 24 de marzo de 2017
Durante los últimos años se ha venido escuchando que los
españoles nos hemos vuelto más generosos desde que comenzó la feroz crisis que
aún persiste. A mí, sin embargo, siempre me ha dado la impresión de que somos un
pueblo solidario. Y no solo de un tiempo a esta parte. No hay más que ver cómo
nos volcamos cuando se produce una catástrofe o cualquier otra situación de
emergencia social, tanto en lo que se refiere a la perspectiva económica como a
la personal.
Actualmente existen en España alrededor de cinco millones de
ciudadanos que apoyan a diversas organizaciones no gubernamentales que realizan
su trabajo durante todo el año, de forma estable y a través de cuotas. También
merecen un especial reconocimiento entidades dependientes de la Iglesia
Católica, como Cáritas y Manos Unidas. Sin duda, sentirse concernido por la
desgracia ajena es un motor que genera la empatía necesaria para ponerse manos
a la obra y colaborar en numerosas causas humanitarias.
Sirva esta reflexión inicial para dar paso a la magnífica
noticia de que España ha vuelto a pulverizar en 2016 su
propio récord de donación y trasplante de órganos, conservando así el liderato
mundial y dando fe del excelente trabajo que lleva a cabo la Organización
Nacional de Trasplantes (ONT). Desde la citada organización indican en su
memoria anual más reciente que uno de cada cuatro donantes lo es por muerte
cardíaca. En ese grupo se incluyen aquellos que llegan a los centros sanitarios
en parada circulatoria y, si no pueden ser reanimados, terminan donando,
principalmente, los riñones.
Uno de los factores que explica el éxito de estos
programas es la mayor colaboración de los médicos de Urgencias en la detección
de posibles donantes y su disposición a la hora de informar a las familias
sobre la situación que atraviesa el enfermo, no tratable pero sí susceptible de
donación, y las estadísticas reflejan que la respuesta de los familiares ante
esas tesituras suele ser altamente positiva. Otra vía más es la de los
pacientes a quienes retiran las medidas de soporte hospitalario y que,
previamente, han accedido a donar sus órganos.
Aquí, a diferencia de lo que sucede en otros Estados, el sistema de
donaciones es anónimo y altruista. Dicho de otra manera, quien dona no sabe a
quién lo hace (con la excepción de algunos casos de médula, riñón o hígado que
provienen de un familiar) y no recibe ninguna compensación dineraria. Del mismo
modo, el receptor tampoco paga ni conoce a su donante. Se trata de condiciones clave
que evitan suspicacias y garantizan la igualdad entre los candidatos. Por
ejemplo en Estados Unidos, es posible conocer la identidad de quien va a
recibir el órgano. Incluso se han producido rechazos en el momento de dar el
paso definitivo de la autorización por motivos puramente racistas. Y en
Alemania determinadas fundaciones organizan eventos para fomentar el encuentro
entre donantes y receptores (en este caso, de médula ósea).
En este punto
quiero hacer mención a la extraordinaria misión llevada a cabo por el joven
Pablo Ráez, recientemente fallecido, cuyo inolvidable testimonio de vida ha
incrementado el número de donaciones de médula de manera espectacular, hasta el
punto de que la cifra a la que se aspiraba para 2020 se va a alcanzar a lo
largo del presente 2017, lo que va a conllevar la curación de enfermedades que
afectan a la sangre, como leucemias (el cáncer infantil más frecuente),
linfomas y mielomas.
Constatar que continuamos siendo líderes mundiales en una materia tan
sensible es, sin ningún género de duda, un motivo de orgullo. Tal vez en muchos
aspectos seamos un territorio de segunda, necesitado de numerosas mejoras.
Pero, si nos lo proponemos, podemos estar a la cabeza de cualquier proyecto. De
modo que mi más sincera enhorabuena a la Organización Nacional de Trasplantes. Mil
gracias por sus “veinticinco años trabajando juntos por la vida”.
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